domingo, 7 de noviembre de 2010

Barcelona y la crema catalana

Llegué... Llegué hace rato pero todavía lo estoy procesando. Estoy como en el momento en el que sabes que algo bueno viene, pero estás esperando. El momento en el que preguntas en el restaurant qué postres hay, y el mesonero te dice, entre las opciones, que hay crema catalana. Ese momento en el que te imaginas el caramelo rompiéndose con la punta de la cucharita, como en Amélie, y los pedacitos mezclandose con la cremita.

La anticipación mientras esperas que te traigan tu crème brûlée, que sabes que va a estar deliciosa... Pero estás ahí, esperándola; ligando a que no se les queme el caramelo, sino que esté en su punto cuando sabe un poquiiiito a quemado nada más, y se equilibra perfecto con la cremita de abajo; suavecita, amarillita.

Así estoy, eperando... Esperando a que mi crema catalana esté tan buena como me la imagino. Crac crac crac, tostadita y suavecita.

No más lágrimas; por algo me vine, aunque todavía no sé exactamente qué es. De aquí en adelante, pues eso, para adelante. Total que todos los ingredientes para mi crema catalana perfecta casi casi casi que los tengo completos.

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