domingo, 27 de diciembre de 2009

Tengo que volver


Buenos Aires es linda, con sus cosas buenas y sus cosas malas, pero linda. Los argentinos son muy amables, y siempre están dispuestos a ayudarte, explicarte, o lo que necesites... Aunque claro, estoy hablando de gente haciendo su trabajo al atender tiendas, restaurantes, etc.

Sólo un señor en Recoleta fue ultra amable. Estábamos en un semáforo y queríamos estar seguros de que tal avenida era la que estábamos buscando, y se quedó como 15 minutos hablando con nosotros, explicándonos un montón de cosas que podíamos hacer y visitar, los rangos de precio de un poco de sitios, y un pocotón de otros detalles demasiado útiles. Creo que en general los argentinos deben andar menos paranóicos que los caraqueños.

Seguro la gente que visita Caracas debe pensar que somos súper hostiles, pero no es así. Simplemente estamos acostumbrados al "No le hables a nadie, no mires a nadie, sigue derecho, pon cara de culo, no des la hora, no des direcciones, que todos te quieren robar". Qué terrible, ¿no?

Daba un poco de tristeza ver cómo allá todo sí está cuidado, limpio, mantenido... Bueno, excepto el Subte, que aunque era lo más útil y funcional del universo, tenía las estaciones y vagones suuuucios y deteriorados.

En fin, quiero volver. Me fui muy poco tiempo. Exageradamente poco tiempo; y me faltó visitar Caminito, La Boca, El Palacio de la Papa Frita, comer choripan, comer matambrito, tomar más vino, conocer todos los Palermos y muchas más cosas que ahorita no recuerdo.

Así que, Buenos Aires, espérame que luego vuelvo. Y bueno, Patagonia y Bariloche, también, ¿por qué no?

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