lunes, 1 de junio de 2009

Jaguar

Cuando era chiquita, mi mamá veía la novela brasileira Pantanal. En ella había un personaje que se llamaba Yuma, que vivía como que en el campo y se convertía en jaguar. Era como su poder ancestral.

Mi tía Maky también la veía, por lo que mi prima Andrea también conocía ese personaje.

Como estábamos loquitas, decidimos que nosotras éramos como Yuma, y todo comenzó con un jueguito de pensar que también nos podíamos convertir en jaguares.

Pero un día, en el cuarto de las niñas de casa mi abuela, estaba también mi prima Natasha, así que Andrea y yo decidimos confesarle nuestro oscuro secreto: podíamos convertirnos en jaguares.  

Naty, que no era tonta, no nos creía, pero en medio de la confesión a Andrea comenzó a sucederle la metamorfosis loca. Lo actuó también que Natasha se asustó mal, y yo le seguí la corriente, hasta que a mí también me empezó a asustar un poco la cuestión. 

¿Era de verdad posible que Andrea sí se convirtiera en jaguar? Si Yuma podía, ¿por qué Andrea no? Ahí dejé yo de jugar al jaguar, y comencé a intentar (bastante dramáticamente para no arruinar el efecto impactante de la actuación de Andrea) sacarla del trance, diciéndole cosas como: "Somos tus primas, vuelve Andrea", y cosas así.

Al final no sé qué hizo que se acabara el jueguito. Seguro me asusté tanto que busqué a mi tía o a mi mamá para que sacaran a Andrea del trance. O me convertí yo en jaguar y luchamos con nuestras garras hasta que volvimos a convertirnos en niñas. No me acuerdo; estábamos locas.

Capaz simplemente nos aburrimos y nos pusimos a jugar turbulencia.

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