lunes, 25 de mayo de 2009

¡Hola!

Otros personajes detestables que encontré en mi ida a Margarita, lamento decir que fueron 2 niños. 

El primero era un niño en tanga estampada, flaquito, de voz terriblemente aguda y con lentes de agua. El caso fue que Pablo tuvo la brillante idea de agarrar una pelota amarilla que había para jugar volleyball, y lanzarla por un aro de basquetball  que había en el borde de la piscina.

Acto seguido el niño gritó (pero en serio gritó), con un acento que se me antoja mexicano:

"Oye, qué divertidooo, baloncestooooooo"

Pablo lanzó.

"Heey, puedo jugaar"

Pablo le dio la pelota.

Pablo y yo nos se alejamos rápidamente del niño, pero éste, ni corto ni perezoso, estuvo acercándose intermitentemente a nosotros como por 2 horas, diciendo durísimo cosas como:

"¡Hola!" y luego alejándose. Luego volviendo: "Soy un tiburón", luego yéndose. Luego volviendo (otra vez): "¿¡Quieren jugar?!", "No gracias, quédatela", luego alejándose. Luego volviendo: "Mira, un bebé" (el hijo de mi jefe), luego alejándose, siempre chapoteado de tal mañera que el agua con cloro te cayera justamente en los ojos.

Esto duró hasta que llegó otro niño. Un niño que hizo ver al fideo mexicano como un ángel de Dios. Éste nuevo también andaba de tanga, pero no estampada sino azul. Era negrito, grande,  gordo, y llevaba el cabello tan corto que se veía calvito. Con voz más ronca que la de cualquier otra persona allí presente, igual de escandaloso que el primero, y contando con 6 años en su haber (nos lo dijo), pero como de mi tamaño, de dedicó a lo siguiente:

Entró a la piscina y muy muy cerca de nosotros, dijo: "Hola". Fue de una manera tan chocante que nadie le contestó. Luego dijo: "Mira como nado", nadie le prestó atención. Corrió exactamente a través y por todo el medio del círculo que habíamos formado para conversar y evitar que Christian (el bebé de Alexis, metido en un flotador amarillo, con un techito y una palmera) saliera por ahí flotando, salpicándonos a todos.

Luego volvió, y dijo de nuevo: "Hola". Cri cri. "Mira como nado". Slplash, splush. "Tengo seis años, por eso no voy a lo hondo". Splash splush. Se fue. Suspiro de alivio colectivo.

Pasó un rato, nos salimos de la piscina. Llegó de nuevo y dijo a todo volúmen con su insoportable voz ronca: "Hola". Pablo dijo: "NO". El niño se fue a molestar a una señora (con un bebecito cargado) que se notó bastante atosigada durante todo el rato.

Al final descubrimos que eran niños cuyas madres no les prestaban nada de atención, pero igual lograron que un grupo de gente, que había tomado piñas coladas desde las 10 de la mañana, flotando perezosamente en una piscina, se sintiera estresado. Nos hicieron decir frases como: "Denle la espalda, no le respondan, para que se vaya". Y cosas así. Así de especiales fueron.

1 comentario:

  1. JAJAJAJA, AH ok el niño gordo en serio estaba muy loco, y el mexicanito hablaba como una comiquita.

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